jueves, 11 de abril de 2013

Un sentimiento del Alma



Cuando decimos que nuestra alma está abatida y turbada, nos referimos a que está sometida a un estado de tristeza mayor, conocido como depresión, donde la persona se siente desesperada, sin esperanza, frustrada, fracasada, como dentro de un “callejón sin salidas”.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmos 42:5

El asunto no es, que no puedas experimentar tristeza, sino que no permitas que ella  controle tu ser.

Cuando el rey David escribe este Salmo, se encuentra en un momento difícil, sumergido en una profunda lucha personal. Describe su condición diciendo “fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche”, con toda franqueza, el salmista declara: “Dios mío, mi alma está abatida en mí.”

Para nosotros, la tristeza o depresión es inconcebible en los Cristianos, nos preguntamos ¿Cómo una persona hijo/a del Dios Todopoderoso, puede llegar a estar deprimido?, es por ésto que con frecuencia nos presentamos a los demás como invencibles y valientes; reflejando una vida triunfante, para convencer a los demás de que estamos en victoria en Cristo.

Pero, la verdad es que la vida nos pasa por situaciones que nos llevan a experimentar todo tipo de emociones y sentimientos que son propios de los seres humanos. En la  declaración  que  hace David, podemos observar la sincera expresión de sentimientos, con los cuales muchas veces tú y yo hemos luchado; incluso hasta el mismo Jesús, en un momento libró una fuerte lucha con éstos sentimientos, cuando sabía que tenía que morir, confesó a sus discípulos: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” (Mateo 26.38)

El problema no está en experimentar éstos sentimientos, ellos son la reacción de nuestra alma, frente a situaciones adversas y tristes; normales en cualquier persona.

El problema está en permitir que nuestros sentimientos sean los que controlen nuestras vidas. Es precisamente en  esto que muchos de nosotros caemos.

Cediendo frente a los sentimientos de abatimiento, angustia, tristeza y desánimo, lo que nos lleva a abandonar la oración, el ir a la iglesia y nuestra relación con Dios, lo cual produce mayor tristeza o depresión.

Nuestros sentimientos son inestables, cambiantes y poco confiables. Pensemos en todas las cosas que tenemos que hacer cada día y que no podemos depender de nuestros sentimientos para cumplir nuestras responsabilidades. El sólo hecho de salir de la cama cada mañana implica una enorme batalla con nuestras emociones. Sin embargo no hacemos caso de lo que sentimos, y sacamos los pies de la cama de todas formas.

El salmista, conocía el gran riesgo que corría si permitía que sus sentimientos dirigieran su vida, y él mismo se confronta con firmeza, diciéndose: “¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?” un instante después, con voz de autoridad y firmeza le dá una orden: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” Esto es imponer los principios eternos de la Palabra de Dios sobre los sentimientos y emociones del momento.

Como el hombre o la mujer que Dios ha llamado, usted tendrá muchas veces que ser ejemplo de disciplina en el  Señor, y declarar lo que dice el salmista en el verso 8 del capítulo 42: “Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.”

Fuente: Plácida Espinal Reyes (Psicoloca Clinica)

La mente o el corazón


Los antiguos sabios hebreos creían que la mente residía en el corazón. Es por esto que cada vez que leas las escrituras bíblicas, cuando veas la palabra “corazón” la mayor parte de las veces se estará refiriendo a la mente.

Los griegos de la Antigüedad, estaban divididos respecto a los roles del corazón y de otras partes del cuerpo respecto a la mente. Muchos creían que ésta residía en el hígado, de ahí que sus guerreros devoraran los hígados de sus más hábiles enemigos caídos en batalla. Pero algunos filósofos, como Aristóteles, creían que el corazón era el asiento donde la inteligencia residía.

Esta idea prevaleció por muchos años. Tan tarde como en el siglo 17, Descartes sentía que el flujo del corazón hacia el cerebro servia para producir “espíritus animales” que animaban al cuerpo, y esto no era tan fuera de base dado que debido a las malas traducciones de la Biblia, muchos creían (y lo siguen creyendo) que el “espíritu” -nuestro ser esencial- y el “alma” -la que anima al cuerpo- son una misma cosa.

Fue hasta 1791, cuando Galvani demostró que la electricidad existía como una fuerza dentro del cuerpo, de hecho, lo hacía en las células del cerebro. Él mostró en una secuencia de experimentos de que era posible controlar los nervios motores de las ranas usando corrientes eléctricas. (“Frankestein”, la novela de María Shelley es prueba palpable del enorme interés popular que estos descubrimientos despertaron).

A partir de esto, el estudio de las tareas físicas del cerebro convencieron a científicos e investigadores de que era en este órgano donde la mente y la consciencia residían.

Pero los más recientes hallazgos científicos han demostrado que todos ellos se equivocaron: Verás, la mente no reside en el corazón, ni en el hígado ni en la sangre, como tampoco reside en el cerebro ni en ninguna otra parte del cuerpo físico. 

La mente reside en el espíritu. Y más aún: La mente es parte esencial del espíritu. Es lo que podemos llamar “la mente humana” aquella que se interrelaciona con nuestra materia, sobre todo a través de nuestro cerebro y los nervios en nuestro cuerpo, aunque muchas otras partes de nuestra materia están también implicadas en los procesos de nuestra mente humana: todo tipo de energías y sustancias bioquímicas están constantemente fluyendo en nuestra materia.



El continuo estudio científico en Holanda mencionado en el video de arriba, fue publicado originalmente en la revista británica “The Lancet”, la cual está considerada como la más confiable y prestigiosa publicación científica en el mundo entero, y después, fue incluído en un serio documental de la BBC de Londres, que trata del asunto de ECM o Experiencias Cercanas a la Muerte.

El estudio fue iniciado en 1988, después de compilar datos de muchos pacientes con paro cardíaco que habían experimentado la muerte clínica para después, regresar de ella.

Después de analizar los sorprendentes hallazgos de ese estudio, y preocupado por las repercusiones que éstos podrían tener, sobre todo en los campos de la psicología y la psiquiatría, el Dr. Van Lommel, el jefe investigador, decidió efectuar el estudio de nueva cuenta, solo que ahora con auditores científicos independientes y con una metodología aún más estrica, y los resultados fueron exactamente iguales a los anteriores.

En cuanto fue publicado el estudio, los psicólogos tradicionales se lanzaron al ataque, y no era para menos: Muchas de sus teorías eran fuertemente desafiadas o refutadas por estos hallazgos científicos, y trataron de descalificar dicho estudio… con otras nuevas teorías. Recuerda que los psicólogos NO son médicos, aunque acaba de surgir una nueva rama que se llama psicología clínica con bases científicas mucho más sólidas.

Pero los neuropsiquiatras más avanzados, que tienen una formación clínica científica, están encontrando en este estudio respuesta a muchas interrogantes que han tenido desde hace décadas.

Bruce Greyson MD, un prominente investigador norteamericano y ex-estudiante del Dr. Ron Moody, así como Sam Parnia, MD, y Peter Fenwick, MD, ambos en el Reino Unido, reiteraron los hallazgos en el estudio prospectivo en pacientes de paro cardíaco.

Y esto definitivamente demuestra que la mente no es lo mismo que el corazon.

Fuente: 
La Mente: mas alla del cerebro (Tomado el 11 de Abril del 2013)
http://es.144000.net/articulos/la_mente_humana_mas_alla_del_cerebro.htm